martes, 23 de septiembre de 2014

ABACKUS



Luego de leer cuanta bibliografía encontré acerca de los perros y sus características y razas, y temperamentos y tendencias, estaba lista para  comprar mi primer perro.  Desde siempre me recordaba cuidando las macotas de mis hermanos por una tendencia casi natural de mi personalidad.  Yo suplía sus irresponsabilidades y terminaba siempre alimentándolos, llevándolos al veterinario y llorando su muerte o sufrimiento.
Este era el momento largamente esperado. Había circulado mi casa, lo que me garantizaba su seguridad. Tenía una situación económica cómoda, lo que aseguraba  su alimentación y cuidado. Me había ido a vivir sola y necesitaba compañía. Definitivamente la confabulación estaba marcada por los astros y yo estaba de fiesta porque al fin tendría mi propio chucho.
Lo tenía decidido. Me compraría un cachorro Pastor Alemán, macho. El primer anuncio en el periódico me llenó de ilusión y durante mi hora de almuerzo me encaminé al criadero a conocerlo. Durante mi recorrido de unos diez kilómetros, recapitulé toda la información obtenida. Debía elegir el más alegre de la camada. El juguetón, el que tuviera ojos vivaces y sobre todo, no podría olvidarlo, teníamos que sentir empatía uno por el otro y deberíamos casi enamorarnos.
La dueña del criadero antes de mostrarme los cachorros, me habló de la nobleza de la raza y la historia de campeones de los padres. Yo estaba obnubilada. Supongo que así debe sentirse una madre cuando espera que le lleven su bebé de la incubadora. Sabía que era el perfecto, así que cuando vi el perrito gris, en sentido figurado porque su color era canela, con la cola entre las patas, las orejas caídas, el pelo opaco y su paso inseguro persiguiendo a su hermanita, que sí era vivaz, que sí era hermosa y juguetona y con una personalidad bien definida, me sentí defraudada.
Le dije a la señora que visitaría otros criaderos porque no era lo que buscaba  y me dirigí a mi carro. Entonces algo sucedió.
Ese perrito gris, opaco y medio tonto, dejó de seguir a su hermanita y dirigiéndose decididamente a mí, puso su cabeza sobre mis piernas y mientras me miraba directamente me enamoró.
Ni siquiera lo pensé.  Extendí el dinero, recibí el certificado y sin medir las consecuencias, pues no llevaba, correa, ni comida, ni tenía donde dejarlo en la oficina, me encaminé con Abackus, hablándole de su nueva casa y de esa nueva vida que compartiríamos.

La transformación fue espectacular y mi chucho de igual forma que el patito feo del cuento, se convirtió en el perro más hermoso del mundo.  Me ha regalado más de doce años de su vida. Ya pinta canas y cuando me mira, sus ojos se vuelven jóvenes otra vez y no necesitamos hablar el mismo idioma, porque nos basta con mirarnos.

                                                                             Ayer, mi chucho  cerró sus ojos por última vez .

 Abakus Vom Fichtental
01-03-2002
22-09-2014 




viernes, 19 de septiembre de 2014

¡QUÉ ALEGRÍA, HOY ES DOMINGO!

Fuente: http://informacionactual.com/actualidad/de-que-trata-langosta-hangouts/page/19/


La mesa está puesta y los cinco niños la rodean expectantes. Hoy tienen la esperanza de saciar el hambre que se les ha acumulado en sus estómagos por demasiado tiempo. 

¡Qué gorditos están sus muchachitos! Escucha decir Juana a sus vecinas cuando se refieren a sus hijos. Ella no dice nada,  solo esconde su mirada en la tristeza. La comida nunca se multiplica en su casa y ya está harta de dividir y dividir y dividir para que todos alcancen un poquito. 

¡Pero hoy la mesa ya está puesta!  ¡Es domingo y es un día muy especial! ¡Es un día de fiesta, porque hoy, justamente hoy, comerán tortilla de huevo! 

Las gallinas pusieron  huevos así de grandes. Los maravillosos domingos son días de fiesta y de huevo. 

Desde el día anterior, los chiquillos esperan este momento con ansias. Casi no pudieron dormir por el concierto en sus tripitas y por la ilusión de que amaneciera ¡Ya! Los chiquitos se despertaron más temprano y ya rodean la mesa. Expectantes. Ojalá y todos los días fueran domingo, piensan. 

El  maravilloso olor de la tortilla sale de la cocina  para alegrar sus narices y Juana llega con el sol amarillo derrumbado en el plato grande. Lo coloca en el centro y toma el cuchillo. Los ojitos se abren imaginando el pedazote que les tocará. Cuatro huevos entre siete personas nunca es suficiente. El hambre tampoco podrá ser saciada esta vez. 

lunes, 15 de septiembre de 2014

SOL Y NIEVE

Livingston no descansa nunca. 
El jolgorio, las conversaciones de puerta a puerta y de calle a calle salpican con el bullanguero idioma garífuna todos los instantes. Las pieles oscuras con sus ropajes coloridos son un regalo a los ojos. 
Hacer amigos aquí es muy fácil.
 Los nativos adoptan a los viajeros inmediatamente. Las calles estrechas y empinadas con sus casas arrinconadas están siempre abiertas. El tapado y el rice and beans alborotan al medio día el hambre con su aroma a coco y frutos de mar. El estruendo de los tambores tocando punta, los hombres y mujeres bailando como si el mundo se fuera a terminar mañana, el sol pintando de reflejos los miles de pelícanos que le disputan a los pescadores sus presas y las alfombras de pescado seco dorándose al sol, son imágenes que se graban con cincel en la memoria.


En Qassiarsuk, en cambio, los inuit pintan sus casas con colores vivos tratando de conjurar el blanco de la nieve y el negro de la noche polar que parece no terminar nunca. 
Los ojos duelen lastimados por la blancura del horizonte que clava un sinfín de agujas sobre ellos. El silencio y la blancura se meten en el alma y el aburrimiento reina en esa soledad. Algunas veces, incluso cuesta tener pensamientos alegres y cuando por alguna razón el sol aparece, la nieve brilla más y no queda más remedio que cerrarlos. Las tormentas ocultan las huellas de los trineos y es fácil perder la dirección durante una tormenta. 
Los inuit reconocen una gran cantidad de tonalidades del color blanco y esto les permite sobrevivir a las inclemencias del tiempo. La civilización ha llegado  a las zonas árticas y los iglú poco a poco han sido sustituidos por viviendas cada vez más abrigadoras. 

lunes, 8 de septiembre de 2014

SE ABREN LOS OJOS



Plácidamente, el color se instala en la espalda de las nubes que juegan a tirar copos de nieve. 
Con la boca abierta, la copa espera las  correntadas añejas de luz, de la sangre y del vino. 
        La vida nos arropa con el soplo de barro y el canto de las cigarras afinando nostalgias. 

El abismo del silencio me separa de tu voz en la península del instante. 

                     Juega el pincel de la luz a pintar de colores las imágenes que verdean las gotas de rocío. 
El polvo se retira a dormir a causa de la llovizna que aplaca sus aspavientos de nube. 
La electricidad del trueno y del rayo tiende sus tentáculos sonoros, cálidos y brillantes sobre la civilización de los rincones del universo inquieto en expectativas. 
                   La mesa se viste de gala con manjares sabrosos a los ojos y al cuerpo del deseo. El horno de barro abre su boca al fuego hirviendo en rojos intensos que cocinan las entrañas del pan  y doran sus mejillas. 
Se escabulle de la alacena a mi nariz, la dulzura de la canela y el cardamomo y la  pimienta aromatizan el sancocho de la vida.  

La silla doblega al cansancio que se aposta en su espalda de encino imbatible ante las tormentas de polillas. 

Y temerosos por la claustrofobia del encierro de oscuridades,  se abren los ojos,
y sorprendidos descubren la luz.

lunes, 1 de septiembre de 2014

CENTENARIO DE LOS GRANDES



Los cuatro hombres llevaban un buen trozo de eternidad sentados en media luna, sin gran cosa que hacer, más que contemplar el universo y zambullirse de vez en cuando en la nostalgia, rememorando uno que otro verso, alguna cita, un texto que dejaron sin terminar o una metáfora sugerida por ese estado de placidez que tan bien le hacía a sus espíritus.

Se habían desentendido por completo del mundo que seguía hirviendo en algún espacio del cosmos.

Ya no mantenían las efervescentes discusiones acerca de las contradictorias decisiones de la RAE ni se ofendían por los exabruptos que la tecnología estaba cometiendo con el idioma.

Tampoco se entretenían viendo los esfuerzos de los escritores nóveles por alcanzar un lugar en la memoria de la historia. Habían superado ya ese sentimiento de orgullo por haber trascendido a través de sus escritos.

El silencio era la constante en sus almas, por eso, cuando Cortázar habló, su voz se expandió como la luz en el vacío.

¡Llueva, truene o relampaguee, hay que celebrarlo! —dijo rotundo, con esa manía tan suya y tan arraigada de apretar la boca como si todavía sostuviera el gauloises entre los labios. Su ceño se hizo más profundo y por un breve instante, apareció en su iris el color de los ojos de cada amor que había tenido en su vida.

Sacudió el mechón que colgaba en su frente, expulsó la bocanada de humo inexistente y cambió con decisión la expresión y el tono de su voz agregando. —.No todos los días se cumple un centenario de haber nacido ¿o sí?

Efraín Huerta se descompuso, hizo el gesto de colocarse los anteojos sobre la nariz y se desconcertó al no encontrar ni anteojos ni nariz, entonces se le plantó enfrente a Cortázar gesticulando con exageración.

—¡Me parece una aberración lo que acabas de decir! ¿Cómo te atreves a proponer semejante cosa? ¡Celebrar nuestro centenario de haber nacido! ¡No te das cuenta que no es lo mismo estar vivo que estar
muerto!... No hay un imperio, no hay un reino, tan solo el caminar sobre su propia sombra, sobre el cadáver de uno mismo al tiempo que el tiempo se suspende...

Calma, calma señores, que no se alebresten los ánimos—dijo conciliador Octavio Paz—. El tiempo al fin es una categoría superada. Aquí no existe el tiempo para ninguno de nosotros. ¡Un centenario! ¿Qué cosa es? Un cuerpo frente a frente a veces son dos olas y la noche es océano. Dos cuerpos frente a frente a veces son dos piedras y la noche desierto. Dos cuerpos frente a frente a veces son navajas y la noche relámpago.

Octavio tiene toda la razón —argulló José Revueltas caminando de un lado a otro de la nube mientras jugueteaba con su barba inexistente y observaba los planos y contra picadas que podría hacer desde esa
altura, (si tan solo tuviera ojos, manos y una betacam).

Suspiró y se concentró en argumentar su punto de vista acerca de la celebración.

—Yo estoy aquí. Nadie me quiere aquí, yo lo sé. Nadie quiere que me vaya de aquí, lo sé también. No quiero que nadie venga y nadie se retire.

Estoy aquí.