Un negativo esconde en blanco y negro los colores y el desconsuelo
se desliza en la mejilla del invierno harto de flores. El satélite inconstante
de mi ombligo aterriza entre tus ojos derrumbando sus defensas y la vanidad me serpentea
en la cara del espejo enceguecido con mentiras.
El lodo deja huella en los zapatos de la lluvia que arrecia las
nostalgias y salpica sentimientos. El corredor acoge los geranios incendiados y la ausencia en la butaca
de mi abuelo. Un recuerdo de sus manos
acaricia mi niñez abandonada por el ímpetu de vida en crecimiento. La muerte exige su propina y la tierra acoge y recoge mansamente la existencia
entre su vientre.
junio 2013