el alma reposada en el abismo
profundo de tus ojos que me turba
cual marea pringada de espejismo.
Desvalida presiento el corazón
pulsando obsesionado entre mi pecho
inquieto y desbocado sin razón
olvidando los celos y el despecho,
Lluvia serena, limpia y transparente
como fiesta de copas y de vinos
que celebran el frescor que está latente
inundando de pájaros y trinos
que alborotan el día de repente
en las ceibas, los sauces y los pinos.
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