La tormenta asoló la aldea y durante una semana
entera, la lluvia no cesó de caer. Los frágiles techos de las casas no
soportaron esa embestida líquida y tenaz y se derrumbaron llevando consigo la
vida de hombres, mujeres y niños que se pensaban protegidos dentro de su hogar.
Las montañas se derrumbaron como castillos de arena llevando consigo piedras
enormes, árboles arrancados de tajo, animales muertos y un lodo oscuro y sin
esperanza. El paisaje se volvió gris y el sol no apareció durante varios días.
El hambre, el frío y el miedo reinaban por todas partes. Las noticias eran
desalentadoras. Las carreteras se habían interrumpido por los deslaves y no
había esperanzas de que alguna ayuda llegara. ¿Quién se expondría en una
situación así? Amanda tiritaba en el rincón de la iglesia donde Joaquín la
había arrastrado con las pocas fuerzas que todavía le quedaban y ella ya no
sabía qué era más intenso, si el dolor de sus dos piernas fracturadas, el
hambre que la atormentaba o la impotencia y desesperación por ya no tener leche
en sus pechos para alimentar a Joaquincito que ni siquiera tenía fuerzas para
llorar. Desde sus triles los santos la miraban desolados. No había ningún
resquicio de luz. Las velas se habían agotado y las ropas secado en sus
cuerpos.
Fotografía: Araminta Gálvez |
Cuando la puerta se abrió y entraron esos jóvenes
embarrados de lodo, cargando mochilas con alimentos y medicinas y diciendo que
eran voluntarios que llegaban para ayudarlos, Amanda no lo podía creer, pero cuando
vio a Joaquincito bebiendo lentamente la leche del biberón entendió que los
milagros todavía existen y que la promesa de la esperanza aparece aún en la peor
oscuridad.
Tercer Lugar: II Concurso de Relatos "Efecto Mariposa". Coordinadora de ONG de Desarrollo de la Comunidad Autónoma de la Rioja (CONGDCAR). España. Marzo 2014.
Enternecedor. Me llegó con mucha intensidad. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias querida Antonia, que gusto verte aquí. Abrazos fuertes también.
ResponderEliminarVivencial y estupendo relato, amiga.
ResponderEliminarBeso
Gracias mi querido José, tu estupendo vale oro para mi. Beso también.
ResponderEliminarFelicidades por ese acercamiento al Premio.
ResponderEliminarEl relato es muy tierno y refleja una realidad que la más de las veces la vivimos sólo por el telediario.
Un abrazo
Ciertamente José, es una realidad que se siente lejana, no obstante esta vez, yo estuve trabajando en San Marcos durante esta tormenta y lo vi de cerca y es una experiencia impactante para mi ver como las montañas se derrumbaban y las casas de concreto parecían cajas de cartón ante su embate. Gracias por las felicitaciones, me sentí contenta de acercarme. Un abrazo renovado.
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