Fotografía, Araminta Gálvez |
la alondra olvidó volar
y calló sus alas
sus ojos picoteaban la calle
y la ventana,
el sol abrasó el otoño con rojos,
alizarines y nostalgias verdes,
cayeron las miradas
sobre la luna de queso
que haraganeaba en el charco
y las ranas alfombraron
de croares el silencio,
retumbó entonces
una simulación de espejismos
en el horizonte,
y el olvido se presentó
vestido de ausencias,
yo arrimé la telaraña de tu risa
a mi guarida
apeñuscada de ninfas y carcajes
y cerré la luz,
detrás de mis pestañas…
Me ha resultado de mucho, amiga.
ResponderEliminarBeso
José, que bien que te ha resultado. Abrazos cariñosos para ti también.
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