Fotografía: Araminta Gálvez |
Se hizo nudo la luz entre las hojas
como un vientre pródigo
latiendo entre la noche.
La mesa vacía de conversaciones
se arrinconó distante de los ojos.
Llovieron tumbergias
como colibríes
a punto de salto
al abismo.
La casa dormía,
los sueños se fueron,
el reloj enmudeció de horas
e instantes.
La calma del cielo solo era aparente.
Un trueno primero
un llanto después
la muerte en puntillas
segando la vida
como margaritas,
sin tallo
y sin pálpito.
Homenaje a las personas víctimas del deslave del Cambray II.
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