Fotografía: Araminta Gálvez |
y la brisa
y la herida,
ante el roce imperturbable del tiempo haciendo mella en el destino.
La casa se engarrota a sus cimientos ocultando bajo sus paredes los secretos más oscuros.
Se extravía la tensión del arco iris que dispara colores a los ojos mudos de asombro.
Los pasos acechan el silencio y lo destruyen con sus prisas de noticias urgentes.
El luto por el día que se va, anochece el espíritu
y acongoja el corazón.
Entonces la muerte llega de puntillas,
y como si se tratara de una flor...
desprende sin miramientos la vida.
El cortejo acompaña los restos con renuncias
y los buitres de sollozos
se asoman a los ojos con bullicio.
La banca enmudece de ausencia en el jardín deshabitado de sorpresas. Y el tigre afilado de tus ojos ronronea en mis sentidos y se me quiebra el corazón,
y se hace río mi gana de tenerte,
y crujen los silencios del olvido,
y abren sus alas las palabras
volando de mi boca hacia tu oído y estreno el sol
en mi universo todo.
Cierro los ojos
y se extravía el miedo.
y se extravía el miedo.
Los vuelvo a abrir,
y en ellos tu apareces.
y en ellos tu apareces.
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