Fotografía: Araminta Gálvez |
La risa estalla como
una bofetada de luz en la modorra de la tarde.
Tus pasos se hacen
triza en la distancia del instante aquel, en que abandonaste mi ruta.
Solloza la vela, y
lánguida de luz se petrifica en la pared del olvido.
Un suspiro aparece
como ave de mal agüero y el llanto alborota el dolor y el recuerdo de tus ojos
en los míos.
Amanece la noche
lúgubre de estrellas palpitantes.
El silencio
protagoniza una fiesta de grillos sin voz.
Se acerca una nube de
zopilotes y lunas.
El aire huele a dulce
de leche y tu ausencia sabe a mar despojado de espuma y caracoles. El recuerdo
de mi perro me alborota la nostalgia de sus placidos ronquidos cobijándome los
pies.
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