Frente al televisor, Julián coloca
amorosamente el revólver sobre la mesa auxiliar.
Agarra un puñado de almendras, las deposita en su boca y las mastica sistemáticamente.
Toma un trago de cerveza y se congratula por no estar en lugar del hombre que van a fusilar. Su parecido con él es indiscutible.
Julián sonríe.
Si no hubiera hecho el cambio de identidad a tiempo, en este momento sería él, quien estuviera parado frente al pelotón de fusilamiento.
Agarra un puñado de almendras, las deposita en su boca y las mastica sistemáticamente.
Toma un trago de cerveza y se congratula por no estar en lugar del hombre que van a fusilar. Su parecido con él es indiscutible.
Julián sonríe.
Si no hubiera hecho el cambio de identidad a tiempo, en este momento sería él, quien estuviera parado frente al pelotón de fusilamiento.
Varía mucho el asunto ,eh, siempre gusta ser protagonista pero en esta ocasión es mejor ser espectador.
ResponderEliminarUn abrazo
Totalmente de acuerdo contigo José. Nos quedamos tras bambalinas. Un abrazo grande para ti.
ResponderEliminarJa! Qué bien, amiga. Lograda síntesis.
ResponderEliminarBeso
Genial, José, me alegra que te lo parezca. Besos
ResponderEliminarOstras, qué fuerte!!
ResponderEliminarOstras, a que si!
ResponderEliminarBesotes.